miércoles, 7 de octubre de 2009

Fahrenheit 451 de Ray Bradbury - 6 oct.


No quería saber COMO se hacen las cosas sino POR QUÉ.
Esto puede resultar embarazoso. Uno empieza por los porqués y termina siendo realmente un desgraciado. Por suerte, gente rara como ella aparece pocas veces. Los curamos casi siempre en estado larval. No es posible construir una casa sin clavos ni maderas. Si no quieres que se construya la casa, esconde los clavos y la madera. Si no quieres que un hombre sea políticamente desagraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. Muéstrale uno. Que olvide que existe la guerra. Es preferible que un gobierno sea ineficiente, autoritario y aficionado a los impuestos, a que la gente se preocupe por esas cosas. Paz, Montag. Que la gente intervenga en concursos donde haya que recordar las palabras de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de los Estados, o cuanto maíz cosechó Iowa el último año. Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices, pues los hechos de esa especie no cambian. No les des materias resbaladizas como filosofía o psicología, que engendran hombres melancólicos. El que pueda instalar en su casa una TV, y hoy está al alcance de cualquiera, es más feliz que aquel que pretende medir el universo, o reducirlo a una ecuación. Las medidas y las ecuaciones cuando se refieren al universo, dan al hombre una sensación de inferioridad y soledad. Lo sé, lo he probado. Al diablo con esas cosas. ¿Qué necesitamos entonces? Más reuniones y clubes, acróbatas, magos, automóviles de reacción, helicópteros, sexo y heroína. Todo lo que pueda hacerse con reflejos automáticos.

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