sábado, 7 de noviembre de 2009

El Twitter de Güemes y la magia de Internet

- ahora está, ahora ya no está, y ¿yo? yo no escribí eso, ¡mentira, mentira!-

Leo esta noticia:
"Güemes alojó en su blog ataques a gays y a mujeres que abortan" - ElPais.com

Esto me hace reflexionar sobre el peligro de Internet, sobre la virtualidad y lo abtracto. La posibilidad de "borrar mis huellas". De poder hacer y deshacer al gusto, sin importar las consecuencias, porque hasta que alguien no denuncie...todo va bien. ¿Que alguien me descubre? Lo borro, o edito mi entrada, cambio, corto, pego, remiendo...y como si no hubiera pasado nada. ¿Qué peligro, no? Y esa es la sensación que tengo a veces, de demasiada "etereidad", de que todo está en algún no-lugar del que no tenemos control.
Pero Güemes no contaba con la astucia de un bloguero que vió su Twitter y capturó las imágenes del blog antes de que lo editara, para tenerlo como prueba, para denunciar la alegría con la que escribía su "diccionario progresí".
Esto le pone de bruces con su incompetencia e incapacidad de reconocer algo que hizo, demostrado gracias al bloguero. Si no llega a ser por el astuto lector, Güemes se hubiera quedado igual. Le acusan de algo que HA HECHO, pero él insiste...NO, NO, NO.
Es la actitud típica de un niño pequeño. "No, yo no he sido, lo haceis porque soy del PP, mentira mentirosa, rebota-rebota que tu culo explota" le faltaba decir.

Nos negamos a aceptar las cosas que hacemos, a reconocer nuestras equivocaciones. Y este es un ejercicio de madurez.
Así pasa con los políticos en general. Al menos en este país reluce esta actitud de achacar sus errores a otros o no aceptarlos.

Y como dijo un gran amigo y maestro:
"Mientras tengamos gobernadores que no sepan decir la verdad, tendremos gobiernos infantiles. Hay que hablar con la verdad. Si un hombre (o una mujer) habla con la verdad, ahí está la diferencia entre un niño y un adulto."

Y consigo ver este post desde un blog, que no sé cómo, ha conseguido sacar a la luz la verdad: este es el link: Digresiones virtuales (lo reproduzco aquí "físicamente" por si de pronto desaparece en la red)

La historia de Güemes al completo

Toda esta historia comenzó el lunes 2 de noviembre por la mañana mientras twitteaba con varios amigos y compañeros. De un RT obtuve la cuenta de Twitter de Güemes, y entré a curiosear, movido por ciertos twetts de Ana Aldea. Al entrar en su blog vi las ya archifamosas definiciones, publiqué el archifamoso post y se lo reproché aprovechando además para retwittearlo (RT)

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El pobre, debe ser que no le da para mucho más,y me contestó que no entendía por qué le llamaba homófobo (el twitt ha desaparecido) y le respondí:

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Güemes se puso manos a la obra (por una vez en su vida) y decidió eliminar del blog la definición de gay, pero mantuvo el resto (circulan por la web varias capturas de caché). Y además privatizo su cuenta de Twitter, siguiendo así el mismo guión que para la Sanidad madrileña.

Por la noche y a lo largo del día de ayer varios medios de comunicación empezaron a hacerse eco: El Plural, Dos Manzanas, Público, Diario Digital Transexual, y 20 minutos, una de cuyas reporteras Izaskun Pérez, se puso en contacto conmigo a través del blog al enterarse de que yo era la fuente original de la noticia. Ella fue la que me dijo que Güemes había emitido una nota de prensa calificando de falso todo lo dicho sobre él. Aquí se demostrará que no se mintió en ningún momento.

Tras hablar con ella me vi, o más bien nos vimos, en la necesidad de encontrar los pantallazos originales del “diccionario” que acreditaran que no mentíamos. Digo nos vimos porque la genial Ana Aldea ya estaba también dándole tralla al tema desde el principio y Cartier se puso manos a la obra en la tarea de la búsqueda de pruebas.

Tras varias busquedas infructuosas en la caché de Google, el amigo y compañero Cartier, que hoy trata en su blog el mismo tema, consiguió ayer por la tarde el pantallazo definitivo, con una caché antigua, en la que aún permanecía la definición de gay (click para ampliar):

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También necesitábamos demostrar la autoría de los textos, cosa que gracias a la siempre atenta Ana Aldea resultó fácil. Gracias a su previsor pantallazo ya teníamos la prueba que nos faltaba, de la que ya me hice eco anoche:

twwiterguemesescribiendo

Vaya, resulta que el señor Güemes sí escribe el diccionario progresí, o al menos gran parte. Y aún así, los comentarios de su blog tienen moderación, por ello para aparecer como comentarios tienen que ser aprobados por él. Pero es que es más, esas definiciones no aparecían como comentarios, sino en el cuerpo de la entrada.

Y para aparecer en el propio cuerpo de la entrada (hasta Ana Botella lo sabe) él mismo debía escribirlos o haber hecho un copy&paste.

Queda por tanto absolutamente demostrado que Güemes miente como un bellaco, ¿qué se podía esperar? Y no me cansaré de repetirlo, llegaré donde haga falta.

Millones de gracias a Ana Aldea, a Cartier, y a tantos y tantos amigos de Twitter que propagaron la noticia, la publicaron en sus blogs, la menearon y la dieron a conocer. Y a Izaskun por su interés en publicarla.

A Güemes sólo decirle que si se piensa que los ciudadanos somos imbéciles se ha equivocado. Con la iglesia has topado, queridísimo consejero.

Y lo más importante, el poder que tiene la web 2.0 es inmenso. Es capaz de enfrentarse al más poderoso paje de la más poderosa lideresa desde el más humilde de los blogs.

Un saludo, ¡y a cuidarse!

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